• Diabetes Tipo I

La diabetes mellitus tipo I se caracteriza por el comienzo brusco de los síntomas, que pueden ser graves, debido a la falta total de insulina. Cuando aparece la hiperglucemia se calcula que se ha destruido el 80%- 90% de las células del páncreas.

Los pacientes tienen una dependencia total a la insulina para mantener la vida, por este motivo antes a la diabetes tipo I se la llamaba “insulinodependiente”.

Este tipo de diabetes se desarrolla en personas que tienen una predisposición genética, es decir que se transmite de padres a hijos. Pero además  para que una persona tenga la enfermedad debe existir factores ambientales, como por ejemplo una infección viral,  que  desencadene el mecanismo que produce la “diabetes tipo I. Esto se ha demostrado con estudios que informan que hay más casos de “diabetes tipo I” en otoño y en invierno, estaciones del año en las que son más frecuentes las infecciones virales.

La “diabetes mellitas tipo I” se cree que se produce por un mecanismo de autoinmunidad. Es decir que el propio cuerpo ataca por error las células del páncreas, que se destruyen y por lo tanto no pueden fabricar insulina.

La edad es un factor importante. Es difícil que se tenga la enfermedad antes de los 9 meses, porque los anticuerpos de la madre protegen al recién nacido de las infecciones. Generalmente la frecuencia de la enfermedad aumenta entre los 5 a 6 años, con un pico máximo a los 12 – 14 años, disminuyendo entre los 20 y 35 años.

Tratamiento

Se utiliza la insulina, hormona descubierta en 1921 y aplicada en humanos en 1922.

Actualmente hay diferentes tipos de insulina que se diferencian por el tiempo en que tardan en actuar. La velocidad de acción se modifica agregando a la molécula de insulina sustancias retardadoras de su acción o por cambios en  su estructura, como en el caso de los análogos.

La cantidad de insulina que necesita un diabético es individual, por lo que los tratamientos se indican de acuerdo al requerimiento de cada paciente.

Hay que tener en cuenta que hay situaciones, como cuando se hace ejercicio, en los viajes, las enfermedades, la variación en las calorías ingeridas, en que se modifican los requerimientos de insulina.

Al comienzo de la enfermedad se le enseña al paciente a inyectarse la insulina en el tejido subcutáneo, es decir debajo de la piel. Habitualmente se requieren dos o más dosis de insulina por día. También existe un aparato que libera insulina en forma continua, la bomba de insulina, que es más pequeño que un paquete de cigarrillos y se lleva adherido al cuerpo.

El médico determinará a que hora y que tipo de insulina es mejor para cada paciente. Al comienzo de la enfermedad el paciente se deberá controlar cada semana, pero a medida que se puede normalizar la glucemia se hacen más espaciados.

Los diabéticos deben aprender a regular las dosis de insulina cuando tienen infecciones, especialmente respiratorias o urinarias, cuando hacen ejercicio, cuando viajan o según el tipo de comida que va a comer.

Bibliografía: Clínica y Terapéutica en la Nutrición del Adulto- Dr. De Girolami, Daniel y colb. Editorial El Ateneo 1ª edición- cap. 21

por Dra. Marinés Camero