Es uno de los trastornos alimentarios más frecuentes, junto con la anorexia nerviosa. Lo que tenemos que tener en cuenta cuando estemos frente a una paciente bulímica, es que esa ingesta de comida exagerada no sólo repercute en su salud orgánica, sino que su salud mental también está afectada, ya que detrás de esa conducta alimentaria hay conflictos afectivos, como por ejemplo una baja autoestima, ansiedad o depresión.
Trastorno alimentario que se caracteriza por episodios de alimentación excesivos, seguidos generalmente por actos que contrarresten el exceso alimentario. Su nombre deriva del término griego “comer como buey”.
La bulimia es más frecuente en las mujeres, especialmente en las jóvenes.
Los bulímicos a veces refieren antecedentes de obesidad durante su niñez o adolescencia. El trastorno alimentario puede comenzar cuando el paciente toma conciencia del exceso de peso o de su obesidad, y decide ponerse a dieta.
Las familias de estos pacientes, en algunos casos, comen en forma excesiva, utilizan los alimentos para festejar momentos felices y consolarse en tiempos de tristeza, es decir que la alimentación tiene un valor emocional, además del nutritivo. La convivencia con personas que le dan mucha importancia al peso y a la comida, puede influir en el desarrollo de la bulimia.
La conducta característica del bulímico es la de tener los llamados “atracones” seguidos del uso de laxantes o diuréticos, o bien se provocan el vómito para compensar el exceso de comida. Estos actos los realizan en secreto, porque son conscientes de que esta conducta no es normal. Antes del “atracón” la mayoría de las bulímicas están ansiosas. .Durante el mismo tienen sensación de libertad, desapareciendo la ansiedad. No pueden controlar su alimentación y comen, aún sin apetito, grandes cantidades. La ingesta sólo termina cuando sienten molestias físicas (dolores de cabeza, náuseas o dolores abdominales) o aparecen sentimientos de culpa. Después la culpa que sienten por autoprovocarse el vómito y el temor al aumento de peso, les produce ansiedad y vuelven a comer en forma exagerada, formándose un círculo cerrado.
Son personas con baja autoestima, puede presentarse un cuadro depresivo, con crisis de llanto o de angustia, irritables, incluso con ideas suicidas. Puede haber adicción a las drogas (cocaína, anfetaminas). Algunos pacientes tienen comportamientos impulsivos peligrosos (promiscuidad sexual, cleptomanía). A pesar de la conciencia que tienen de que su conducta alimentaria no es normal, no pueden corregirla. Los enfermos piden ayuda cuando están deprimidos, ansiosos, con sentimiento de culpa o cuando su conducta altera su vida diaria.
Se siguen los criterios fijados por la Asociación Americana de Psiquiatría:
Episodios recurrentes de “atracones”. Un “atracón” se caracteriza por la ingesta de alimento en un espacio de tiempo corto (se toma como ejemplo 2 h.) y en una cantidad mayor, a lo que la mayoría de las personas ingieren en ese lapso de tiempo y en las mismas circunstancias.
Sensación de falta de control sobre la cantidad o el tipo de comida que ingieren, o no poder parar de comer.
Conductas compensatorias para no aumentar de peso: como vómitos autoprovocados, uso de laxantes, diuréticos, enemas u otras medicaciones .Ayuno o ejercicio excesivo.
Los atracones y las conductas compensatorias se realizan en promedio, dos veces a la semana durante tres meses.
Purgativa: tratan de compensar los excesos alimentarios autoprovocándose el vómito, utilizando laxantes, diuréticos, enemas u otras medicaciones.
No purgativa: utilizan el ayuno o el ejercicio físico exagerado como actos compensatorios del “atracón”.
Inyección de las conjuntivas.
Mareos.
Callos en el dorso de los dedos por provocarse el vómito con éstos (Signo de Russe).
Perdida del esmalte dental, caries, pérdida de piezas dentarias (por efecto del ácido proveniente del vómito).
Inflamación de las encías (gingivitis).
Reflujo.
Aumento de tamaño de las glándulas parótidas.
Lastimaduras en la faringe.
Lesiones esofágicas: esofagitis, erosiones esofágicas, úlceras, hemorragias leves o severas. Secuelas de esofagitis como disfagia (dificultad al tragar), estrechez de esófago.
Gastritis, úlcera y desgarro gástrico por la distensión post-atracón y el esfuerzo del vómito.
Neumonía por la aspiración del vómito.
Pérdida de potasio, lo que puede producir alteraciones del ritmo cardíaco (arritmias) y debilidad muscular.
Deshidratación.
Daño renal.
Edema por la suspensión del diurético (edema de rebote) y desaparece la realimentación normal.
Constipación (si se usan un tiempo prolongado).
Disminución de la absorción de calcio con osteoporosis, tetania (se afecta la contracción muscular).
Megacolon (dilatación del colon), colon irritable.
Es importante que se realice precozmente, y se basa en la identificación de los excesos en la alimentación y la exclusión de otras enfermedades que puedan explicar la conducta. La bulímica tiene generalmente conciencia de que su conducta no es normal, y generalmente solicita ayuda.
El objetivo del tratamiento es que la paciente pueda controlar el impulso que la lleva a comer en exceso. Para esto hay que reforzar su autoestima y enseñar a las pacientes a enfrentar los problemas sin tener conductas autodestructivas. En algunos casos se trabajará con el grupo familiar.
Corregir las deficiencias vitamínicas.
Educación nutricional para evitar el “atracón”.
El tratamiento es multidisciplinario, e incluye a médicos clínicos, psicoterapeutas y especialistas en nutrición.
Esta información no reemplaza a la consulta médica. Se trata de que ayude al paciente a consultar lo más pronto posible con el especialista de su confianza.