Las infecciones del aparato genital femenino constituyen unas de las causas más frecuentes de consulta al ginecólogo, y aunque resulta difícil abarcar todos los tipos de infecciones ginecológicas, trataremos de hacer una descripción que resulte didáctica, para que la mujer pueda informarse y consulte más precozmente a su médico. La infección del aparato genital femenino puede presentarse como una simple vulvovaginitis, en este caso el motivo de consulta será la presencia de flujo o prurito vulvar. Pero también pude ser que en los casos más extremos la mujer tenga fuertes dolores abdominales que la lleven a consultar de urgencia al médico de guardia quien evaluará si hay o no necesidad de internarla. Se incluyen dentro de esta patología las infecciones crónicas, como es el caso del Sida, la tuberculosis genital, que aunque poco frecuente puede presentarse en las mujeres infectadas con el virus del Sida.
El término "infección" significa que hay microorganismos (bacterias, hongos) que no sólo están presentes en los tejidos del huésped, sino que además se reproducen en los mismos provocándole una enfermedad (enfermedad es la expresión clínica de la infección), que se manifiesta con determinados síntomas y signos. Pero esos microorganismos no siempre están en el huésped, sino que provienen del exterior, como es el caso de los parásitos o los virus.
Cuando nos referimos a las infecciones del aparato genital femenino no podemos dejar de mencionar el papel que cumple la flora vaginal normal o "habitual". Fue Döderlein quien a fines del siglo XVIII, observó con el microscopio la presencia de bacilos Gram positivos en la secreción vaginal de mujeres sanas, que en años posteriores fueron llamados "bacilos de Döderlein" en su honor. Estos bacilos pertenecen al género "Lactobacillus", cuya característica es la de producir ácido láctico y H2O2. En la actualidad se ha demostrado que estos bacilos pertenecen a varias especies. Los microorganismos que forman la flora habitual, llamada anteriormente normal, cumplen diferentes roles, ya que pueden proteger de las infecciones o facilitar la aparición de las mismas.
.Las infecciones ginecológicas pueden localizarse en:
Los microorganismos que las producen pueden ser bacterias, hongos, parásitos y virus. En el 90% de los casos se encuentran más de un agente etiológico (causa que origina la enfermedad), como responsable de la infección.
Otra forma de clasificar las infecciones ginecológicas es teniendo en cuenta de donde provienen los microorganismos que las producen. Si éstos forman parte de la flora habitual de la vagina se llaman "endógenas" y si llegan al organismo desde afuera del mismo se dice que son "exógenas".
1) Endógenas: producidas por los microorganismos que componen la flora habitual de la vagina, y que bajo determinadas circunstancias pueden producir enfermedad o asociarse a una infección.
2) Exógenas: son producidas por microorganismos que no integran la flora habitual, y se transmiten a través de las relaciones sexuales (enfermedades de transmisión sexual).
Son variados dependiendo del agente que las causa. Un síntoma muy común es el flujo vaginal, que puede presentarse acompañado de prurito (picazón) o ardor en la región vulvar. La mujer puede tener dolor al tener relaciones sexuales y en los casos de infecciones abdominales dolor en la parte baja del abdomen. Algunas infecciones producen síntomas urinarios (ardor, dificultad para orinar, etc.). Las infecciones crónicas, como el Sida, alteran el estado general de la mujer.
Flujo, eritema (enrojecimiento), úlceras, vesículas, etc.
Se indica según el agente etiológico, por vía oral o local (óvulos. cremas, soluciones líquidas). En las infecciones del tracto superior cuando el tratamiento médico adecuado no ha tenido éxito, puede ser necesario recurrir a la cirugía para extirpar un absceso o drenarlo.
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