Las mujeres desde que somos niñas tenemos incorporado el deseo de ser madres algún día…Quién no jugó “a la mamá” durante su infancia. Cuando llegamos a ser adultas, esos sueños infantiles se hacen realidad en el embarazo, el cuidado y la crianza de nuestros hijos. Pero la concreción de estos sueños representa para la mujer un desafío en lo físico, lo emocional y también en el aspecto psicosocial, ya que la sociedad considera que la futura madre tiene que estar en un estado de felicidad permanente y perfecta, por estar embarazada, sin considerar que muchas mujeres sufren temores y ansiedades: la incertidumbre de cómo le irá en el parto, cómo criará a su hijo, si responderá a las necesidades del bebé, etc.
Por otra parte actualmente la mujer debe desempeñar los roles de esposas, madres, trabajadoras, teniendo muchas veces que dejar de la lado o postergar por un tiempo sus propios intereses como mujer, para ocuparse de su hijo o de su familia. Lo natural es que la mujer quiera tener éxito en todos sus roles, pero es comprensible que no lo pueda lograr sino que hace lo que puede, pero sin embargo esta situación en algunas mujeres les crea ansiedades. Este es el motivo por el que la futura madre deberá buscar apoyo en su entorno, y en el profesional que controle su embarazo, para que no se sienta sola en la realización de su sueño de ser madre.
El hijo que la mujer imaginó durante sus juegos infantiles, y su vida adulta se va haciendo realidad ya desde las primeras ecografías, y llega al punto culminante cuando la embarazada siente los primeros movimientos de su hijo, alrededor del cuarto o quinto mes de embarazo.
Durante esta etapa de su vida si bien la mujer se sentirá que pasa por una etapa de plenitud, los cambios hormonales que se producen durante el embarazo repercutirán sobre su cuerpo y su parte psíquica. Habrá cambios físicos, y también pueden aparecer estados de tensión emocional, que la hará sentir más vulnerable y con la necesidad de mayores cuidados.
El volumen uterino aumenta 24 veces al fin del embarazo.
El crecimiento del útero se produce por la acción de las hormonas (gonadotrofinas coriónicas, estrógenos y progesterona). La capa muscular se desarrolla preparándose para el momento de la expulsión del feto durante el parto. También la capa interna, llamada endometrio, se modifica porque de ella se nutre el embrión al comienzo del embarazo.
Durante el embarazo las paredes vaginales se vuelven más extensibles y se adelgazan. Esto facilita el paso del feto durante el parto.
Las mamas aumentan de tamaño, haciéndose más notorio después de la 5 a 6 semana de embarazo.
La aréola aumenta de tamaño y también la pigmentación.
Puede haber aumento de la pigmentación, en algunas zonas del cuerpo, como pezones, aréolas, ombligo, línea media inferior del abdomen (llamada “línea blanca”) y axilas. En la cara se presenta como manchas irregulares en la frente, mejillas, labio superior y sienes (se llama “cloasma”´) y se nota más en las mujeres de piel trigueña.
La mayoría de las embarazadas tienen “estrías gravídicas. Al principio son de color rosado y después nacaradas. Se localizan en el abdomen inferior, en la región lateral y en la parte inferior de las mamas.
En promedio el aumento de peso durante el embarazo es de 11 a 13 Kg. Lo ideal es que la embarazada comience a aumentar de peso a partir del principio del segundo trimestre del embarazo.
Apetito: el 50% de las embarazadas tiene aumento del apetito desde el primer trimestre del embarazo. También pueden cambiar sus preferencias respecto a los tipos de alimentos, rechazando algún alimento que antes le gustaba.
Ptialismo: aumento del volumen de saliva.
Náuseas y vómitos: no todas las embarazadas tienen vómitos, aunque son frecuentes.
Constipación: la progesterona disminuye la contractibilidad del músculo liso, provocando menor contracción del colon.
Pirosis: se llama así a la sensación de acidez que aparece detrás del esófago, causada por el reflujo de ácido gástrico hacia el esófago.
Gingivitis: las encías se edematizan y sangran al cepillarse o en forma espontánea.
Dientes: aparecen las caries y hay más facilidad de perder piezas dentarias.
Pulso: aumenta desde el primer trimestre, en el último mes de embarazo se producen 10 pulsaciones más por minuto.
Presión arterial: tiende a disminuir sus valores, especialmente la mínima (presión diastólica). A veces puede producirse mareos por la baja de presión.
Presión venosa: está aumentada lo que facilita la aparición de várices en los miembros inferiores, como también en la vulva, vagina y región pubiana. Al final del embarazo por la compresión que ejerce el útero puede haber hemorroides.
La eliminación de orina se hace en forma más lenta y puede haber reflujo de orina de la uretra a la vejiga, lo que facilita las infecciones urinarias.
A medida que crece el útero y se distiende la pared anterior del abdomen, se va modificando el centro de gravedad y para mantener el equilibrio la mujer se inclina hacia atrás. Adopta el “porte orgulloso” de la embarazada, porque hiperextiende la cabeza y los hombros. Al final del embarazo adopta la llamada marcha de pato (camina separando las piernas).
El cambio hormonal que sufre la embarazada influye sobre su parte emocional. Esto sumado a los cambios corporales y a la ansiedad que puede haber durante el embarazo, hará que la mujer esté más sensible, irritable e impaciente. No debe extrañarnos que la futura mamá, rompa en llanto y a los pocos minutos recupere la paz y el estado de felicidad que le produce su embarazo. En ocasiones afrontar las situaciones diarias le llevará más tiempo y se le hará más dificultoso resolverlas.
Una buena comunicación con su médico la ayudará a la mujer a manejar mejor sus emociones y a aceptar sus cambios corporales, de ahí la importancia de la consulta médica al obstetra en forma periódica. .